Al final del blog, las cosas que no caben en la columna de enlaces.


29 agosto 2006

Serafín: Caso abierto

Era lo que me faltaba, que en los juzgados centrales de Barcelona hubiese un caso abierto con mi nombre como inquisidor, pero el hijoputa que lo protagoniza lo merece. La persona que lo abrió, una mossa d'esquadra guapa, pero pasota como cualquiera que le importa cuatro hostias lo que te pasa, hizo cinco o seis paradas durante la toma de declaración, pidiéndole al compañero que pasaba por allí, y eso que lo hacía en catalán pero se entendía, kilo y medio de melocotones de la tienda de la esquina, que ella no tenía tiempo para ir hasta allí. Solo faltaba que me cortase otra vez la declaración para ir a pillar unos melocotones y dos cartones de leche. La cosa es que tuve que declarar.

Las vacaciones son magníficas, sobre todo cuando se disfrutan. Primero fiesta en Laguna de Negrillos, el pueblo de León. Luego a Castro Urdiales, que como está a treinta kilómetros de Bilbao, y en esta empezaban ese finde la Aste Nagusia, Semana Grande en vasco, pues vamos el sábado a la fiesta junto con Gorka, Eimi y Begoña a ver que es aquello. Sorpresa sorpresa, fiesta grande por todas las partes, cien mil personas metidas en una plaza y alrededores tomando kalimotxo y cerveza en el lado del río del Teatro Arigorriaga, casi los mismo por el otro lado del río, y a saber cuantos por encima, que había más txosnas (las casetas de las peñas, para que nos entendamos). La cosa era beber, reírse, ponerse una pañoletita de la fiesta y conocer gente, mucha gente. Lo bueno en las txosnas es cuando eres chica y sabes guiñarle un ojo al camarero, y por ello te invitan a un katxi de vodka, o de whisky, es lo mismo. Palabra que las risas están aseguradas. Luego unos días tranquilos y a Barcelona, a casa de Máscara.

Avión de Bilbao, cuyo aeropuerto se llama Loiu, para vuestra información, al Prat. Luego tren. ¿Por qué tren? Porque en taxi te cuesta más de cincuenta euros ir hasta el destino, cuando al lado hay una estación de trenes que va directamente al aeropuerto. Pues eso, ticket, espera en el andén y al tren. Llevados diez minutos de viaje, un fulano me dice "Perdona, llevas abierta la bolsa. Te lo digo por si te robaron". "Pues si, me acaban de robar la cartera". ¡Ala!, indocumentado y sin tarjetas. No era problema, porque el efectivo estaba, como siempre, en mi bolsillo, pero me jodía por la vuelta, a ver como me identifico en el mostrador de Spanair. Mi primer pensamiento fue que el matao que me dijo eso es el ladrón, pero no tenía ganas de fiesta, no sabía cuantos colegas tenía allí para pegarme unas hostias. Así que lo dejé pasar. Dios te bendiga, pedazo cabrón, pues conozco tu cara.

Llego a Barcelona a la estación de Sants y paso por comisaría, por la de la policía autonómica por llamarle algo, y me dicen que mejor me vaya a junto los nacionales, por eso de renovar el carnet. "Vale, ¿donde?" "Calle Lérida". "Gracias". "Bona tarda". ¿Por qué me dice una calle en castellano cuando luego se despide en catalán? La verdad es que estaban empezando a caerme gordos.

Llega Máscara a buscarnos, nos lleva a su casa y marchamos a la comisaria. Nos mandan a otra, llegamos a ella y aquello parecía una fiesta para personas con uniforme, porque lo que se dice serios, no lo eran. Me preguntan que deseaba, me preguntan si la declaración la haré en castellano o en catalán, y me pasa lo que arriba decía. Declaro lo que me pasó, los objetos sustraídos, incluido el condón que siempre llevo en la cartera, cojo la declaración firmada y para casa.

El caso es que sabía que la cartera iva a aparecer, pero aún así me hice un pasaporte, por sí acaso. Lo hago la mañana siguiente, rascoso, pasando por cuatro comisarias. Menos mal que hay personas que entienden lo que es tener un problema, ya que en No Barrio, junto a los bosques del borde de la ciudad, un nacional, os recuerdo que los documentos solo se pueden hacer en comisarias de la Policía Nacional, me ayudó en todo el proceso. Si tuviese su dirección le mandaría una cesta en Navidad, el tío se lo merece. Hecho esto, ya puedo volar con seguridad.

El sábado por la noche me llaman, los nacionales de El Prat del Llobregat, que tenían mi cartera. El lunes la recojo, y me dicen que haga una anulación de denuncia por haber encontrado la cartera. Pero me estoy pensando si hacerla, porque mola eso de tener un caso abierto. Por si pasa lo siguiente: Cuando pille al tío que me jodió la cartera, dos hostias y para comisaría, ya que puedo hacer un cambio de declaración.

Seguiré leyendo, digo yo

02 agosto 2006

Superheroina

La verdad es que la locura o el estar pasados da lugar a unos inventos bestiales. Los comics de superhéroes son el resultado de la inspiración de personas con imaginación, que plasman en sus héroes todas las posibilidades de hacer todo lo que deseen, sin límites, siempre por el bien de la humanidad, salvo Lobo y un par de pringadillos más.

La cosa es cuando conoces una superheroina de verdad, y la impresión que te queda es brutal. Sobre todo cuando te dice que es Superwoman, la superheroina, pero que aparte va pasada de superheroina, mientras estás tranquilamente en una terraza en medio de Ibiza tomándote una cerveza antes de irte de movida nocturna.

La cosa sucedió en una plaza paralela a Vara de Rey, tomando con Búho una cervecita, pues después de la cena venia que ni pintada. A media cerveza, a media conversación, aparece una tía, de treinta y pocos años, rubia, un pelín gordita y bastante desaliñada, con un conjunto de pantalón y plumífero azul pastel, que empieza a gritar "¡Superwoman, Superwomannnnn!", como si fuese una canción de inicio de un capitulo de dibujos. Claro, toda la terraza, las terrazas de alrededor, la plaza entera creo yo, quedó en silencio. Entonces empezó a contar la historia de su vida:

"Yo soy la hija de Fulanito de Tal, juez de Marbella, y no me gusta prostituirme, prefería estudiar, pero en el Ritz me saco cuatrocientas mil pelas por hora. Acabo de quedar con un amigo, que me va a dar cincuenta €uros y un gramo de coca por dos horas". Vaya, parece que Ibiza no es el Ritz.

El dueño del bar le pide por favor que no monte más escándalo, que se vaya a casa a descansar. Ella sigue dale que dale: "Yo hago lo que me sale de los huevos, vivimos en un país libre, así que hago lo que me da la gana". El del bar le dice que uno de los camareros está llamando a la policía, y continua con esto su monologo:

"¡A mí la policía me hace una mamadaaa! Pero hoy me la chupan ellos a mí en el calabozo, que la vez anterior tuve que chupársela yo. Aunque me da asco que me chupen el clítoris, porque tengo muchos pelos. Mañana me los afeito. Pero como voy a morir en dos semanas, bueno, en dos días, mejor en dos años", y sigue con más historias.

De pronto se nos acerca, mira a Búho, me mira a mí, y nos suelta: "Vamos a mi hostal por treinta €uros". "No gracias, vamos servidos". Llama fulana a una camarera, manda a la mierda al dueño del bar, y se marcha. La plaza estuvo medio minuto en silencio.

Superwoman, vaya cosas, ni sacada del más oscuro comic escrito nunca, deja ese resquemor de hasta donde podemos llegar por diversión y placer, cuando ya no nos llegan los colegas y un par de copas. Nos pasamos y acabamos como acabamos, viéndonos Superwoman.

Seguiré leyendo, digo yo