Al final del blog, las cosas que no caben en la columna de enlaces.


30 octubre 2005

Transporte público

Ante todo decir que esto de escribir en el blog crea dependencia. Me reitero en que no me gusta que la gente lea mis cosas personales, pero como aquí solo cuento mis burradas mentales, me quedo tranquilo.

En el artículo de hoy haré referencia a como vemos los transportes públicos las personas empleadas, lo que curramos. La verdad es que el tranporte público, a partir de ahora lo llamaré bus, ya que no tengo metro en Vigo, y para coger un taxi uso mi coche, es realmente deprimente cuando tienes prisa. Milagros de la vida es que siempre tengo prisa cuando estoy trabajando. No hay cosa que me rompa más que ir a toda pastilla, con paso de marathon casi, para poder hacer varias cosas y tener tiempo de terminar las que tengo en la oficina. Normalmente la prisa no depende de mi, ya que si no termino a mi hora, me quedo un poco más y solucionado. La prisa viene porque los empleados de las otras empresas, o los jefes, que con esos también tengo contacto, que se sepa, tienen la costumbre de irse cuando termina el horario laboral. O sea, que si tienes que estar antes de las dos del mediodía en un sitio, aunque les llames diciéndoles que llegas 5 minutos más tarde, porque la jodida aduana no saca los papeles hasta las dos menos cuarto, te dicen que no pueden esperar, que se tienen que ir, que si los hijos, que si la mujer, que si el ticket del coche... ¿Y yo que? ¿Yo no como, ni duermo, ni tomo una cañita de 1906 al terminar el curro para relajarme? Entonces te das cuenta de lo que es la prisa. Dependes de llegar a tiempo, porque los jefes te pueden perdonar que llegues un día tarde al mes, pero no que lo tomes de costumbre. Pues eso, que la prisa no es sana. Siguiendo con el tema del artículo, a veces tengo que desplazarme en bus, por la imposibilidad de aparcar en la zona de destino, ya que no sabes si podrás aparacar ni cuanto tiempo vas a tener que estar esperando a terminar las cosas que tienes que hacer. Con lo cual tomas el bus. Ya se sabe que no suelen ser puntuales, y a lo mejor el que necesitas pasa cada hora, y hace cinco minutos que pasó. Hostiás, ¿qué hago ahora? En tal sitio pasa otro bus para la zona, y me queda casi de camino si voy caminando. Pues te vas a la parada. Se ha puesto de moda en Vigo poner unos letreros electrónicos que te dicen, mediante GPS, cuanto va a tardar proximadamente los tres o cuatro próximos buses, aunque solo en algunas paradas. Al llegar ves que faltan 5 minutos para el tuyo, esperas y cuando llegas, subes, coges el ticket y te sientas, si hay sitio. Siempre estoy atento si hay alguna persona mayor o alguna embarazada para dejarles el sitio, recuerdo de las enseñanzas de los scouts. Si me siento bien, si no a esperar a llegar y a terminar el trabajo. Luego toca esperar el bus de vuelta, que no se como hago pero siempre llega seis minutos después de llegar a la parada. Lo cronometro porque me fumo un cigarro al llegar, y cuando lo acabo de tirar, porque ya lo terminé, veo a lo lejos el bus. Montas, te sientas si puedes y bajas en la parada que te parece la que queda más cerca de mi oficina. trabajo listo.
Lo malo es cuando llueve, o acaban de abrir una obra nueva, o cualquier cosa que hace que el ritmo normal del tráfico no sea el que desearía. Entonces te empiezas a poner nervioso: "No me apetece caminar diez kilómetros hasta la sucursal de la Caixa, que es cuesta arriba", "Que le digo a los jefes por tardar dos horas en ir a llevar un pagaré para descontar a la Caixa", y paranoias así. El tráfico no fluye, no sabes si moverte a la próxima parada, no sabes si llamar a la oficina para dar informe de la situación en la parada de bus elegida... Todo un mar de dudas. Con lo cual, llamas a la oficina mientras empiezas a caminar a la siguiente parada, y empieza a moverse un poco el tráfico. Cagondiós, que el bus esta allí abajo, y yo en la mitad de las dos paradas. Si bajo me canso menos, es cuesta abajo y puedo correr más. Si subo gano tiempo, porque el bus tiene que hacer la parada y subir hasta la próxima parada. Al final escoges siempre el que más te hace sudar, ir hacia arriba. Llegas, tomas aire, empieza a pegársete la camisa por el sudor y llega el bus cuando ya solo respiras fuerte por la nariz. Subes, te sientas si puedes, y esperas a la parada prefijada como punto de destino. Haces tu trabajo y vuelves a la parada. Otra vez la misma historia, que no quiero repetir, pero esta vez sudas menos porque es cuesta abajo. Llegas a la oficina, entregas los dos tickets, te dan el dinero que gastaste en ellos, y te desahogas un poco cagándote en la madre del que diseñó las calles y los sentidos de conducción de Vigo.

Lo que si tiene el bus es que es un punto de encuentro para historias raras, porque es el medio de transporte favorito de la gente "diferente", para no llamarlas por nombres de enfermedades o estamparle que su soledad jode a todos. Sin ir más lejos, el otro dia hice el antes comentado viaje a la sucursal de la Caixa más lejana de mi oficina dentro del casco urbano de Vigo. Esto es, al Calvario. Hace buen día, el tráfico es fluido, llego a la parada y el letrero dice que en dos minutos aparece el bus. Ya ni enciendo un cigarro. Espero, llega el bus a los dos minutos, y subo. Voy de pie, porque no hay sitio, pero no me preocupa. Voy con mi carpeta negra, pantalones flojos, tenis, camiseta sin meter por los pantacas, y mis gafas de sol. Me situo en mi lugar de viaje, con una barra clavada en la rabadilla, y miro por la ventanilla. Hago lo normal que se hace en un bus. El punto del viaje es cuando una chiquilla, de unos 20 años, rubia, con pelo cortito engominado, pegadito y peinado de lado, estilo Dolores O´Riordan, la cantante de Cramberries, con un pantalon pegado en los muslos y terminados en pata de elefante, y un abrigo hasta los tobillos y riveteado con pelos de zorro o algo por el estilo, mira para mi. Desde que me quité la barba las chicas se fijan más en mi, pero esto era diferente. Me miraba a los ojos, en este caso a las gafas de sol graduadas Rayban Aviator que me cubren tres cuartos de la cara, me sonrie, le devuelvo la sonrisa, y baja la mirada a mi paquete. Hostias, pero si llevo pantalón flojo y camiseta por fuera. Independientemente de si iva empalmado o no, cosa que no recuerdo, no se notaba nada. Lo se porque luego lo pregunté. Me mira el paquete, me mira de nuevo a las gafas, me sonrie y vuelve a bajar la mirada al paquete. Yo, un tanto sorprendido, me digo: "¿Por qué siempre me pasa esto cuando tengo prisa?". La verdad es que la chica se merecia todo el amor que le pudiera dar, pues tenía una cara angelical y un cuerpecito de ninfa que no Calipso en la Odisea, pero... yo tenía prisa y el trabajo es lo primero. Pense en pedir una semana de vacaciones e intentar subir a ese mismo bus todos los días, y en esa ocasión hablar con ella y quitarme la gran duda que me surgió: "¿Tienes rayos X en los ojos?".

Seguiré leyendo, digo yo

25 octubre 2005

Qué es un blog, por qué un blog.

Esto que estáis leyendo es el trabajo de varias personas, Gutier ante todo, durante un par de años, para que publique mis pensamientos y experiencias. Los primeros son bastante sorprendentes, incluso para mi, que soy quien los pienso. Las segundas no son mucho más que las tuyas, pero que contadas con el gusto de un cuentacuentos, ya que me considero cuentista, tienen un punto especial. Al final me he dejado convencer. No es que me haga mucha gracia este tipo de cosas, pero me prometieron que me publicarían un libro con todo esto, como aquel resumen que le hicieron a Arturo Pérez Reverte con sus mejores artículos, y eso de hacerme famoso por mis ideas, y no por mi físico o mi polla me entusiasma. Así que inauguro este blog con una cosa tan simple como mi experiencia en lectura de blogs. Qué es un blog. En mis años mozos un blog era un conjunto de hojas cuadriculadas, unidas por una espiral de alambre, que se utilizaba para tomar las notas de clase y hacer los deberes. Más adelante, con esto de la gente chic, aparecieron unos libros, esto es, páginas blancas o de colores suaves, sin líneas ni cuadraditos, algunos con línea vertical para marcar el margen, tapa dura, normalmente adornada con símbolos, flores o trozos de frases escritas con letra shakesperiana, que la gente empezó a llamar Blogs. Pues señores, mi primera decepción en referencia al tema de este artículo vino cuando me di cuenta que lo que los usuarios de estos objetos llamaban blogs, no eran otra cosa que el libro que toda persona de temperamento fuerte y cabeza clara llamaba diario. Una cosa donde se escribían las experiencias, las ideas, los sentimientos, los deseos, todo aquello que la persona consideraba personal, secreto, que era mío y de nadie más. Pero como las cosas cambian, la gente cuenta en la tele los polvos que echa, enseña las hostias que le metieron por tocarle los cojones a otro, y otras cosas que ahora no se me ocurren, se puso de moda contar todo lo personal y privado en internet, para que un japonés cocinero de sushi, que no te conocerá jamás en persona salvo que ponga miles de raciones de atún crudo con jengibre, lea tus sentimientos. Lo curioso, por lo menos al principio, es que ves que todas las personas que publican sus diarios en internet piensan o sienten como tú. Y te dices: "Es mi alma gemela". Eso te pasa con el segundo o tercer blog que lees. Cuando llevas leídos diez o doce te puedes poner a pensar en el tema, y te convences de que no es que piense esa persona como tu, si no que todos pensamos de una manera muy parecida. ¿Por qué? Mi experiencia me dice que por la influencia de muchas cosas que nos rodean: la música, la televisión, internet, libros, comics, periódicos,... con lo cual siempre nos identificaremos en muchos aspectos con los autores de los blogs. De la misma manera que los horóscopos aciertan en tu personalidad. Leas el signo que leas, te identificas. Por qué un blog. Desahogo. No todo el mundo tiene una pareja con la que tener un desahogo cada poco tiempo para mantener la mente equilibrada y las tensiones fuera. Se dice que las penas compartidas son medias penas, y que las alegrías compartidas son dobles alegrias. Es el hecho de contar tus cosas, aquello que te esta comiendo la moral, que te hace perder la fe, hace que te sientas relajado. Claro que antiguamente se lo contabas a alguien que no te respondía, que era un diario, ahora lo escribes en un sistema digital de ceros y unos, y esperas que la gente se apiade de ti. Realmente me parece un tanto penoso, esperar que te conteste alguien que no te conoce, que no sabe las circunstancias exactas de tu problema, de tu desasosiego, de nada de ti, te aconseje que hagas esto o lo otro. Pues toma un toque de experiencia de mi librería: Durante una entrevista de trabajo para una administradora de comunidades de edificios, ya casi acabándola, el maestro de ceremonias quiso ver mi experiencia en ese mundillo, ya que yo provenía de otra empresa del mismo sector. Me dice: "Serafín, en esta comunidad, sucede tal, tal y tal, y quieren solucionarlo de manera rápida. Que harías". Yo quedé con cara de tonto, pensando de buenas a primeras "estos quieren que le resuelva el problema ya, ¿y si no me contratan?". Tras darle un par de vueltas, me di cuenta que seguramente era una trampa, lo que siempre se piensa en una cosa como una entrevista de trabajo, y miré que posibles fallos podía tener. Esto...., lo otro..., aquello... Conclusión: Demasiadas incógnitas. ¡¡¡Ahhh!!! Esa era la trampa. Uno intentaría solucionarlo para parecer eficiente y profesional, sin pararse a ver si la solución es mejorable. Contesté directamente: "Me faltan datos". El supuesto entrevistador puso cara de complacido, sonrió y me dijo que la respuesta era la más coherente que le habían dado en referencia a ese problema. A qué viene esto, pues al tema de que te aconseje un desconocido sin conocer las circunstancias hace del resultado un triunfo o un fracaso. O sea, no vale para nada. Creo que la conclusión de todo este tocho de frases y palabras es que no tenemos otra cosa mejor que hacer que contar nuestras cosas para sentirnos comprendidos, como en un cuento donde la princesa se tira al príncipe después del final. ¿Buena composición? ¿Vosotros creéis? Os digo que soy de ciencias, y quizá un poco disléxico, pero cualquiera que se ponga puede escribir un Quijote o un Romancero Gitano. Es todo imaginación.

Seguiré leyendo, digo yo